A menudo las redes sociales alertan de riesgos para nuestra salud sin que haya evidencia científica que los demuestren. Esos mensajes, que muchas veces se propagan a través de WhatsApp, causan inquietud en parte de la población, una inquietud que se podría evitar si esos bulos no corrieran.

Como evitar que esto suceda es misión imposible, los expertos intentamos responder a algunos de ellos, para que nadie se lleve a engaño. Por eso, hoy me gustaría hacerme eco de uno que, de forma reiterada, viene alertando sobre el incremento del riesgo de padecer cáncer de tiroides debido a la dosis de radiación recibida durante la realización de las mamografías y la necesidad de solicitar un protector plomado para la tiroides durante la prueba.

No se preocupen. Esto, como hemos dicho, es un bulo. Tal y como bien señalan desde la Sociedad Española de Protección Radiológica (SEPR): “Durante la realización de una mamografía la tiroides no está expuesta directamente al haz de rayos X. Esto, junto a la técnica radiográfica utilizada y al pequeño volumen irradiado, hace que la dosis de radiación dispersa recibida por la tiroides sea muy baja”.

De hecho, tal y como advierte la SEPR, dada la posición que la paciente debe mantener durante el examen, existe la posibilidad de que el protector de tiroides interfiera creando artefactos en la imagen, que pueden afectar a la calidad de la misma y, por tanto, a un correcto diagnóstico. “Esto podría incluso hacer necesaria la repetición de la mamografía, lo que implicaría un incremento injustificado en la dosis recibida por la paciente”.

Por todo, y coincidiendo con los resultados obtenidos en la bibliografía científica más reciente, la Sociedad Española de Protección Radiológica manifiesta que se considera que durante la realización de la mamografía “no es necesario utilizar el protector plomado de tiroides”, y además, su uso puede ser perjudicial.

Cáncer de tiroides

Dicho esto, hablaremos de lo que sí incide en el riesgo de padecer un cáncer de tiroides, una enfermedad poco frecuente en España, pero desgraciadamente en aumento, que afecta a 5 de cada 100.000 mujeres y a 2 de cada 100.000 hombres, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica.

Me gustaría señalar que los especialistas involucrados en el tratamiento del cáncer de tiroides instamos a los pacientes a ser más cautos con los nódulos de tiroides, un trastorno común que es responsable de un pequeño pero creciente número de casos de esta patología.

Las causas de por qué se produce este tipo de cáncer se desconocen, si bien se ve una frecuencia más elevada, además de en mujeres, en personas que llevan una dieta baja en yodo, en la franja de edad que va de los 30 a los 50 años, en personas con antecedentes de enfermedad tiroidea o pacientes que han recibido radioterapia en el cuello o la cabeza.

Los síntomas más frecuentes, los que deberían motivarle para acudir a un especialista que diagnostique qué problema es el que los provoca realmente, son: alteraciones del sueño, intolerancia al calor, temblor de manos, nerviosismo, diarrea, cambios de humor, latidos irregulares, problemas dermatológicos, fatiga, dificultad respiratoria, pérdida de peso injustificada, bocio y, en las mujeres, cambios en su menstruación.

Los tratamientos más frecuentes en este caso son la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia, el yodo radioactivo y las terapias dirigidas.

La cirugía se hace necesaria cuando los nódulos tiroideos presentan:

– Una citología sospechosa o diagnóstica de carcinoma
– Un patrón folicular sugerente de neoplasia (adenoma o cáncer)
– Células oxifílicas compatibles con cáncer de células de Hürthle

Debemos señalar que la opción quirúrgica no se hace solo en casos de cáncer, también en situaciones en las que el bocio provoca síntomas compresivos a pesar de su benignidad y en los que aumenta de tamaño rápidamente.

Cirugías tiroideas

Llegados a este punto, hablaremos de dos procedimientos quirúrgicos: la tiroidectomía total y la cirugía tiroidea por cervicoscopia.

La tiroidectomía total es el tratamiento de elección del cáncer de tiroides porque disminuye el riesgo de recidiva local. Consiste en la extirpación total de la glándula tiroides.

En el caso de la cirugía tiroidea por cervicoscopia, conviene señalar que es una técnica mínimamente invasiva. El procedimiento en este caso trata de identificar la lesión patológica que se extirpará a través de una mínima incisión de unos 10 o 15 mm. En ella, se introduce una cámara de 5 mm hasta la lesión que ayuda a los cirujanos a realizar la operación.

En cualquier caso, será su médico quien le indique qué tratamiento debe llevar a cabo y le explicará paso a paso el procedimiento, a la par que resolverá todas sus dudas. Porque, como siempre recomiendo a los pacientes, deben preguntar, eso sí, al experto que les esté tratando. Buscar informaciones a través de las redes sociales es peligroso si no se sabe la fuente fiable que se debe consultar y siempre podemos ser víctimas de bulos o engaños que pueden llegar a perjudicar nuestra salud.