Años tras año, pasadas las fechas navideñas se suele comentar cuál es el precio a pagar por los excesos cometidos. Pese a ello, y como refiere el viejo dicho ‘el hombre es el único que tropieza dos veces con la misma piedra’, la población vuelve a desembolsar la factura por saltarse los límites de salud recomendados de forma reiterada.

 

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-Aumento de peso: Los estudios han demostrado que durante estos días se suele engordar una media entre de entre 2 y 5 kilogramos. El aumento de peso en Navidad depende de múltiples factores, pero fundamentalmente en la mayoría de los casos obedece a una ingesta desorbitada, exceso de productos calóricos, azúcares y, por encima de todo, el ‘todo vale en estas fechas’.

-Mayor riesgo cardiaco: Es frecuente que se pueda producir, un aumento de presión arterial, de niveles de glucosa en sangre, de ácido úrico y colesterol, debido a los cambios en la dieta y a los excesos de comida y alcohol lo que juntos, pueden aumentar el riesgo de patología cardiaca.

-Romper con el ciclo de sueño. Menos horas de sueño, cambios en los hábitos de dormir repercuten en: ojeras, peor aspecto de la piel, dolor de cabeza, desequilibrio en los horarios de comidas.

-El daño hepático. La Navidad puede ser perjudicial para el hígado. La temporada de fiestas es un momento de unión y celebración y, a menudo, se asocia con el consumo de alcohol, lo que repercute en la salud hepática. Y no sólo, el consumo de alcohol puede tener otros efectos sobre la salud:

-Daño del revestimiento del estómago y aumento de diarreas y acidez.
-Malestar emocional

-Cambios negativos en la piel, el peso o el sueño

Todo sin olvidar, la pérdida de tiempo de descanso durante vacaciones, necesaria para la vuelta al trabajo. Es importante consultar con un especialista en el caso de que los estragos de la Navidad persistan en el tiempo.