Años de debate, de estudios a favor o en contra del consumo moderado de alcohol han derramado ríos de tinta. Hoy celebramos el Día Mundial sin Alcohol y es un buen momento para ‘dialogar’ sobre las evidencias científicas existentes, pero también sobre sus verdaderos efectos a corto y largo plazo en la salud.

Bebemos para sociabilizarnos, para festejar, para relajarnos o desinhibirnos. Pero, ¿por qué el alcohol nos hace actuar y sentir de manera diferente? ¿Cuánto es demasiado? ¿Por qué algunas personas se vuelven adictas mientras que otras no?

Los efectos del alcohol varían de persona a persona, dependiendo de una variedad de factores que incluyen, el sexo, la edad, el estado general de salud, la cantidad de consumición, los antecedentes familiares, entre otros. Se han publicado estudios a favor de su consumo moderado como el llevado a cabo por el Instituto de Salud Carlos III, la Universidad de Navarra, y el CIBEROBN como el recogido  en el ‘British Journal of Nutrition’ que asevera que entre una y dos copas de vino tinto en el caso las mujeres, y entre tres y cuatro, en el de los hombres, reportan innumerables efectos beneficiosos, llegando a reducir el riesgo de mortalidad en un 40 por ciento.
Pero no se pueden perder de vista las otras consecuencias de su consumo. Por ejemplo, los efectos inmediatos del alcohol pueden aparecer en aproximadamente 10 minutos. A medida que se sigue consumiendo, aumenta el nivel de su concentración en sangre y cuanto más elevados sean dichos niveles sus efectos pueden desencadenar:
•    Inhibiciones reducidas
•    Habla fluida
•    Deterioro motor
•    Confusión
•    Problemas de memoria, concentración o respiratorios
•    Problemas de concentración

Sabemos, además, que beber en exceso en una sola ocasión o a largo plazo tiene consecuencias en:

Cerebro: Interfiere en el estado de ánimo y el comportamiento.
Corazón: Puede producir cardiomiopatía, arritmias o presión arterial elevada.
Hígado: Ocasiona desde hígado grado hasta hepatitis alcohólica, fibrosis y cirrosis.
Páncreas: Provoca la producción de sustancias tóxicas que pueden desencadenar  en pancreatitis.
Cáncer: Su consumo está relacionado con el cáncer de boca, esófago, garganta, hígado, y mama.
Sistema inmune: Debilita el sistema inmunológico elevando el riesgo de padecer enfermedades como neumonía o tuberculosis.

Es importante, por tanto, recordar en días como el de hoy que el alcohol induce problemas graves de salud y aunque existe una permisibilidad social hacia él, no podemos olvidar los daños que ocasiona.