Los tatuajes, concretamente los pigmentos de los tintes que se emplean para llevarlos a cabo, están en boca de los españoles y en los medios de comunicación desde hace unas semanas al saltar a la palestra un nuevo estudio que sugiere que podrian ser dañinos para la salud.


Concretamente me refiero al trabajo realizado por científicos del Instituto Federal de la Evaluación de Riesgos de Alemania y del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón (ESRF), en Grenoble, en Francia que ha sido publicado en  ‘Scientific Reports’.
El ensayo sería el primero que evidencia analíticas del transporte de diversos pigmentos orgánicos e inorgánicos e impurezas de elementos tóxicos, así como de la caracterización en profundidad de los pigmentos ex vivo en tejidos tatuados. Para ello ha sido crucial el empleo de dos líneas de luz del ESRF. La técnica usada fue la luz sincrotrón; se consigue en un acelerador de electrones que obtiene un haz de luz del tamaño de un cabello humano, híper brillante y casi un billón de veces más potente que los rayos X convencionales. Permite analizar al mínimo detalle cualquier tipo de objeto de una manera nada invasiva.
En realidad, se sabe poco sobre las posibles impurezas en la mezcla de color aplicada a la piel. La mayoría de las tintas de tatuaje contienen pigmentos orgánicos, pero también incluyen agentes conservantes y tóxicos como el níquel, cromo, manganeso o cobalto. Además del negro de carbón, el segundo ingrediente que se usa con más frecuencia en las tintas del tatuaje es dióxido de titanio (TiO2), un pigmento blanco aplicado generalmente para crear ciertas sombras cuando está mezclado con los colorantes.
Es bien conocido que, en el instante de realizarse un tatuaje, buena parte de la tinta alojada en la dermis inicia de forma natural un largo y complejo viaje, en ocasiones de varios años de duración, a bordo de los macrófagos y con destino a los ganglios y otros órganos del sistema linfático. Por ejemplo, un estudio publicado en ‘PLoS ONE’ en 2014 y realizado sobre muestras de cadáveres portadores de algún tatuaje, demostraba que todos ellos presentaban ennegrecimiento de sus ganglios linfáticos regionales ocasionado por la tinta de sus tatuajes. Sin embargo, hasta el momento no existen evidencias de que la presencia de estos pigmentos en los ganglios linfáticos ocasione algún tipo de patología, a pesar de las altas concentraciones de hidrocarburos policíclicos aromático (PHA) allí encontrados.

Las mediciones de fluorescencia permitieron a estos científicos localizar el dióxido de titanio en escala micro y nano en la piel y en el medio linfático. Encontraron una amplia variedad de partículas de hasta varios micrómetros de tamaño en la piel humana, pero sólo las más pequeñas (de tamaño nanométrico) se transportaban a los ganglios linfáticos. Esto puede conducir a un aumento crónico del ganglio linfático.
Estos datos aportan evidencias tanto de la migración como del depósito a largo plazo de elementos tóxicos y pigmentos de tatuaje, así como de alteraciones conformacionales de biomoléculas que a veces están ligadas a la inflamación cutánea y a otros efectos adversos al tatuarse.
El equipo científico autor de la investigación ha decidido ampliar el ensayo e inspeccionar más muestras de pacientes en los que se hayan producido efectos adversos en sus tatuajes con el fin de encontrar vínculos entre los elementos químicos y estructurales de los pigmentos empleados.
A raíz de estos nuevos datos, la Academia Española de Dermatología y Venereología  ha querido hace un llamamiento a la calma. Desde la Institución se insiste en que “hasta el momento, no hay ninguna evidencia científica de que esa presencia de pigmentos en los ganglios ocasione algún tipo de patología”. Por otro lado, sin embargo, “se afirma que las tintas presentes en el cuerpo sí pueden generar errores en pruebas diagnósticas”.
Concretamente, el Dr. Donís Muñoz Borrás, de la Clínica Dermatológica Donís Muñoz y, autor del libro ‘Tratado sobre los tatuajes. Claves para su eliminación con láser’, ha aseverado que en relación a si los tatuajes pueden generar mayor riesgo de desarrollar un cáncer, “las tintas negras son potencialmente cancerígenas por su alto contenido en hidrocarburos aromáticos, pero no hay ningún dato que demuestre que ello genere más casos de cáncer o problemas de salud en la vida real».

 Cáncer
«Las tintas negras se vienen empleando desde hace 4.000 años, prácticamente no han cambiado su composición y se elaboran a partir del carbón. Existen culturas, como las maoríes, que llevan el 80% de su cuerpo cubierto de tatuajes y no se ha visto que tengan mayor incidencia de cáncer. Una cosa son las hipótesis de trabajo y otra las realidades”. Yo ni estoy en contra ni a favor de los tatuajes, es una opción personal que debe tomar
Los autores del trabajo publicado en ‘Scientific Reports’ advierten, sin demostrarlo, de que la presencia de tinta en los ganglios puede generar un detrimento del sistema inmunológico, “pero también existen otros estudios que muestran lo contrario, por ejemplo, un trabajo publicado en ‘American Journal of Human Biology’ (2016) por investigadores de la Universidad de Alabama en el que se ve que cuantos más tatuajes, mayor es la inmunidad que tienen las personas”.

Otro estudio realizado Copenhague (Dinamarca) en cobayas trataba de demostrar que la piel tatuada de negro, si se exponía continuamente a radiaciones ultravioleta, conllevaría a un mayor riesgo de contraer cáncer de piel. “Las conclusiones de este trabajo fueron bien distintas ya que la incidencia de cáncer de piel en los cobayas tatuados fue bastante menor”.
Desde este espacio en la red he querido asomarme a una nueva realidad que nos indica a profesionales y a la población que las evidencias científicas deben ser evaluadas de forma cautelosa y la prudencia es la mejor herramienta para lograrlo.