En estos tiempos, en que hay que seguir la moda, la Medicina no es ajena a la tendencia, y ¡qué decir de la cirugía!

Por poner un ejemplo, de una patología prevalente, clásica y conocida como es la cirugía de la hernia inguinal ¿qué es lo que pasa con ella? Sencillamente, que la hemos encarecido enormemente. No digo que no sea en beneficio del paciente, que es la máxima en cirugía como en el resto de la Medicina. Me estoy  refiriendo al gasto  de una cirugía que en los últimos años ha encarecido hasta cuatro  veces su coste.

El hecho de cambiar de técnica y pasar de la herniorrafía a la hernioplastia, con el empleo inicialmente de mallas y, actualmente, el uso de tapón además de la malla, con  unos materiales cada vez más sofisticados -que hasta llegan al titanio- que, por supuesto, son más caros; y el llegar a emplear técnicas como la laparoscopia –por otro lado cuestionada actualmente, en lo que a ventajas e inconvenientes se refiere frente a la cirugía abiertaabierta-, ha hecho que el coste de esta cirugía se dispare.

Es cierto que, podría reducirse la estancia hospitalaria. Podría intervenirse en unidades de Cirugía Mayor Ambulatoria, con menor dolor que el de la antigua cirugía convencional sin malla, y con una supuesta reanudación de las actividades laborales en menor tiempo.

Estoy de acuerdo. Pero cuando eres tú el que interviene a los pacientes,  ves que existe un dolor postoperatorio, que se mantiene durante un período de tiempo y que hace que el paciente esté incapacitado para reintegrarse a su actividad laboral habitual. No digamos si trabaja en profesiones que obligan a una actividad física importante, en cuyo caso tendrá que cuidarse para que la recuperación sea rápida, segura y eficaz.

En definitiva, reflexiono y pienso que la Medicina se encarece en todos sus frentes, y la gestión no acompaña en el ritmo en que evoluciona el gasto.

 

Dr. Santiago Tamames

Cirujano General y Digestivo