Millones de personas de todo el mundo sufren problemas en la tiroides, sobre todo las mujeres, que tienen hasta ocho veces más probabilidades de padecer un trastorno tiroideo, y también las personas de edad avanzada. Sin embargo, al ser un órgano asintomático, si no presenta complicaciones, su existencia es desconocida para mucha gente.

Con forma de mariposa, la tiroides es una glándula que está en la parte inferior del cuello, ubicada bajo la nuez y que se extiende a ambos lados de la tráquea. Su trabajo consiste en producir dos hormonas tiroideas que promueven la actividad metabólica del organismo, es decir, el ritmo con el que el cuerpo quema las calorías para generar energía, imprescindible para el resto de funciones de los órganos del cuerpo.

Esta glándula emplea el yodo que entra a través de los alimentos y que absorbe desde la sangre conjuntamente con una molécula encargada de producir estas hormonas tiroideas, que se liberan al torrente sanguíneo en el momento en el que el cuerpo las necesita.

Para generar la dosis adecuada de hormonas tiroideas en la sangre, la tiroides se sirve de otras dos glándulas: la hormona estimulante de la tiroides y la hormona liberadora de tirotropina.

¿Qué funciones realiza la tiroides?

En concreto, estas hormonas tiroideas, cuyo compuesto básico es la tiroxina, controlan o interceden en:

– las concentraciones de colesterol
– la frecuencia cardiaca
– la temperatura corporal
– la síntesis del glucógeno y la utilización de la glucosa
– la formación de la vitamina A
– el calcio en la sangre
– el tracto gastrointestinal
– la memoria
– el peso
– el sistema nervioso
– la fuerza muscular
– el nivel energético

¿Qué factores pueden influir en la aparición de problemas tiroideos?

Existen varias características que pueden predisponer a una persona a padecer una patología relacionada con la tiroides. Los factores que más influyen en el desarrollo de una enfermedad tiroidea son:

– Edad: a partir de los 50 años, existen más posibilidades de sufrir una patología en esta glándula.

– Sexo: las mujeres son más propensas que los hombres.

– Tabaco: fumar eleva el riesgo de enfermedad tiroidea autoinmune.

– Antecedentes: la presencia de patologías relacionadas con la tiroides en otros familiares incrementa las probabilidades de sufrir un trastorno similar. Además, si una persona ha tenido problemas tiroideos con anterioridad, es posible que vuelvan a surgir, o que aparezcan nuevas afecciones.

– Descompensación de yodo: una alimentación con exceso o defecto de yodo puede elevar las posibilidades de desarrollar problemas en la tiroides.

– Estrés: tanto psicológico como físico, el estrés puede llevar a la enfermedad tiroidea autoinmune.

– Tratamientos: algunos fármacos y tratamientos también influyen en el desarrollo de alteraciones en la tiroides.